El mar de las miradas
Para Olbia Lula, aliada de la luz y el color en la pureza de su cielo cromático.
EL MAR DE LAS MIRADAS
Despierto en medio de ese mar
donde te miro a ti desde la lejanía,
y abro la ventana de mi alma
que deja entrar la luz del nuevo día,
radiante la mirada de tus ojos,
nexo de unión, lejana cercanía,
puente y liana para llegar a ti.
Camino sobre olas de mar calma,
suaves vaivenes me llevan hasta ti,
aunque en el retroceso, la resaca,
presa de celos, saca su fuerza a relucir,
me aleja de tu lado nuevamente
y sigue siendo tu mirada para mí
esperanza de amor y unión latente.
Te miro mientras voy hasta tu lado
sobre esa larga pasarela de deseos;
mas este mar de silencios y calmas
va horadando poco a poco mi alma,
colocando otra vez sus orillas más lejos.
La suave brisa es mensajera y aliada
que acude mansa hasta mi lado,
viaja sobre este mar de las miradas
llevando entre sus brazos tu sonrisa,
obsequiándome el aroma de tus labios.
Está la vieja barca repleta de deseos
y la traíña calada en torno a ella;
guiña la tarde a la noche sus destellos,
en tanto, busco al horizonte el punto bello,
tú, la más hermosa y reluciente estrella
de las septentrionales hijas de Perseo.
Puente de luz recorre la mirada
recreando tu imagen, niña virgen;
te veo en esas rías, mariscadora,
dueña de los destinos que el mar rige,
larga melena al viento que el sol dora,
buscando el fruto de las rocas con la raña.
Besar con la mirada tus límpidas pupilas
es recompensa que hallo en la distancia,
pues aunque a verte mi mirar no alcanza,
mi onírico viajar de sueños y añoranza
me acerca más a ti al discurrir los días.
Perdido en este mar de las miradas,
sin esperanza busco una nueva ruta,
la senda de libertad insoluta,
que es, más que gravosa, impuesta carga,
y este vivir sin ti arduo y doloso pago.
Cuando me agota la fatiga de tu ausencia
miro a la lejanía aguzando los sentidos,
y siento despertar mi corazón dormido
si la brisa marina, puente de amor y sal,
traslada hasta mí tu exquisita presencia.
Oníricos los sueños, como lazos y lianas
te atan a mis noches; cual musas desveladas
se acercan a mi lado, bellas enamoradas,
recitan sus poemas entre las blancas olas,
el murmullo del mar y el canto de gaviotas.
Desde esta orilla que se llama Córdoba
miro a Melilla en amoroso abrazo;
fundido amor en ese mar de las miradas
donde se cogen de la mano dos hermanas
unidas por un mar de azul y sal pintado
una mitad, y otra mitad verde olivar,
Autor:
ENRIQUE SÁNCHEZ CAMPOS