CADA MAÑANA
Los pájaros cantan y el sol invade oblicuo la estancia.
Los jazmines me embriagan con su canción de aromas
tan densos como poderoso hechizo de alba...
El mundo queda lejos,
la naturaleza manda...
La parra ya guarda celosa su paz sellada,
sus frutos lentos y dorados y su sinuosa escalada.
Mientras que el sol lo atraviesa todo;
primero lento y suave,
y luego ligero, muy ligero,
como manto inmisericorde
que el rocío achicharra
¿Acaso pretende despertar mi alma...?
Los sueños, uno a uno se han ido terminando,
amanece el día y se sublima el alba
en rojo intenso y cálido naranja,
que atrae magnético al hermoso llanto.
El lago canta muy suave
una canción casi inaudible de ranas,
un perro a lo lejos se despereza,
y los gorriones se acicalan...
El río murmura su eterna canción,
insiste, insiste,
repetitiva, previsible,
indescifrable y mansa...
El día se calienta .
Se enfría la piel del alma.
Autor Alfmega Marin