-Inspirada en la obra "al-Zahra" de mi buena amiga y gran pintora Olbia Lula...
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AL-ZAHRA, NIÑA VENGANZA
De gacela tu mirada,
y linda estrella, tu llegada;
el infierno sería no verte,
ya eres el himno de mi alma.
Una sierra para tus ojos,
y mil almendros de flores blancas;
nieve cálida para tu risa
que hoy se apaga por honda falta.
No hay tesoros, no hay palabras,
no hay poderes ni plegarias,
que sequen este paño inmenso
donde guardas hoy tus lágrimas.
Mas yo, alto califa del mundo,
las recojo entre sollozos,
desde el suelo ya caídas
y derramadas.
Y lloras, mi niña,
y gimes ante estos muros de oro,
y estas fuentes de mercurio y plata;
ya nada prende la lumbre de tu sonrisa,
que necesito, mi vida,
preso de ti, para no morir
sobre mi almohada.
Temen mi mano pueblos y ejércitos,
se pliegan a mis plantas reyes y espadas,
mas no poseo regalos ni oros que a ti te sacien,
y mis tesoros y mis caricias,
ya no son nada...
¡Y triste, triste tú te hayas!
Y yo arranco por ti estos paisajes,
doblego el curso de los ríos
y hasta el mismo viento detengo
frente a tu frágil estampa;
pero nada puede hacer el rey del mundo
por conseguir una sonrisa de su al-Zahra.
Resplandeciente ella fue regalo,
para el califa que la asediaba,
secuestróle al instante cuerpo y alma;
y ya no fue más el rey,
sino el esclavo de su esclava.
Esta sierra, para tus ojos,
y estos almendros de flores blancas;
nieve de verano para tu sonrisa,
que no se apague jamás por nada.
Pintura: "al-Zahara" de Olbia Lula
Texto: Alfmega Marin
----Basada en la leyenda de más de mil años, que habla de la hermosa esclava al-Zahra, venida de tierras lejanas, y que cautivó el corazón del gran califa Abderramán III. La muchacha, fue colmada de lujos impropios de la época y del trato más cariñoso de su poderoso amado, pero entristecida recordaba las cumbres nevadas de su tierra natal. Para complacerla, el califa construyó Medina Azahara, "La ciudad brillante" que llenó de alhajas y lujos. Aún así, la muchacha, seguía extrañando sus campos nevados. Para remediarlo, el califa ordenó sembrar los montes circundantes de almendros e higueras del diablo, para que al florecer, su blancura remediara la tristeza de su amada. ...
Autora ALFMEGA MARÍN
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